Hacía tiempo que no me tocaba volver a la antigua y preciosa iglesia de los Jesuitas en Calera de Tango, un lugar que me encanta por su historia y atmósfera. Y justamente esa atmósfera marcó todo el inicio del matrimonio de la Carolina y Federico, quienes llegaron un poco atrasados por la logística que implicaba mover al tremendo grupo de argentinos que venía con ellos a la ceremonia. Aun así, los invitados llegaron antes que los novios, y nadie se preocupó: la buena onda y el relajo eran tan grandes que eso pasó completamente desapercibido.

Después de una ceremonia hermosa, nos lanzamos a una épica sesión de fotos al aire libre justo durante el atardecer. El gran velo de la novia tenía vida propia: el viento lo llevaba para todos lados —menos para donde queríamos— hasta que nos hicimos amigos de él. Desde ahí, todo fluyó como tenía que ser. Con la tremenda buena vibra de la pareja y la ayuda de Stephan Kunstmann en video, que fue súper colaborador, logramos una sesión llena de soltura, juego y naturalidad.

¿Y la fiesta? Una locura. Simplemente on fire. La Caro y el Fede lo dejaron todo en la pista, bailando sin parar cada canción como si no hubiera un mañana.